Chiquilicuatro, chiquilicuatre. 5 страница



 

 

Fantasma, fantasmón.

Fanfarrón, bravucón y presuntuoso. Persona llena de vanidad y jactancia. Farfolla, que sólo tiene apariencia. Nicolás Fernández de Moratín emplea así el término, a mediados del siglo XVIII:

 

Pues a mí aun el ir contigo

me da temor y vergüenza,

porque todos son fantasmas,

postes, visajes y muecas.

 

También se dijo de quien llevado de su fantasía y capacidad fabuladora anda siempre forjandose quimeras en aras de su poderosa imaginación. A finales del siglo XVI el término tenía valor semántico diferente, en lo que a materia insultante se refiere. El autor del Tesoro de la Lengua recoge ese empleo ( 1611 ): "Del hombre seco, alto y que no habla dezimos que es una fantasma".

 

 

Fantoche.

 Persona sin criterio. Del italiano fantoccio: muñeco. A principios de siglo, hacia 1915, fecha de introducción del término en castellano, su valor semántico era el de títere, y por extensión: sujeto aniñado de figura ridícula. Su acepción en los años 1980, de individuo informal y vanidoso, ha sufrido en nuestro tiempo un salto significativo: pelele, mamarracho, donnadie, farolón.

 

 

Faramalla.

Se dice, por extensión, de la persona que gusta de la charla artificiosa, chirle e insubstancial, de la que usa con el propósito de alucinar, engañar o seducir. Vale tanto como farfolla, faramallón o faramallero. Sujeto frívolo, de más ruido que nueces, que siempre anda ocupado en engaños y falsías. Es voz de probable etimología latina, del término "fari" = hablar.

 

 

Faramallero.

Trapacero que con astucias y falsedades procura engañar a los demás en cualquier asunto de compra, venta o cambio. Sujeto que con su verborrea atropellada trata de encandilar o entretener a quien pretende embaucar. (Véase también "faramallón, faramalla").

 

 

Faramallón.

Trapacero y holgazán, que habla por los codos a fin de engañar al lucero del alba. Enredador que anda siempre con faramallas. En cuanto a su etimología, es término que procede del antiguo farmalio = engaño, voz que a su vez proviene de la metátesis del término bajo-latino de uso exclusivo en España: malfarium, resultante del cruce entre nefarium y maleficium. Es una de las voces más antiguas todavía en uso, ya que se documenta en el Cronicón Albeldense (883). También tiene el significado adicional de sujeto que usa de charlas atropelladas, insubstanciales y anodinas para engañar y hacer daño.

 

 

Farfante, farfantón.

Hombre parlanchín, amigo de vanagloriarse mucho, y de contar pendencias y valentías de las que él se dice protagonista y héroe. Para Covarrubias, a principios de siglo XVII, es un "burlador, engañador, parlero y palabrero". El significado primitivo de farfante, al menos hasta finales del siglo XVI, fue el de "bribón, persona que comete crímenes", significado que todavía conserva el término catalán farfant. Se documenta en castellano en 1605, en La picara Justina, de Francisco López de Ubeda, en que su cruce con la voz "fanfarrón" introdujo el cambio semántico a que nos referimos al principio. En cuanto a su etimología, deriva del occitánico forfant, participio activo de forfar = cometer un crimen. En cuanto a farfantón, es derivado de farfante, término al que substituyó en el uso popular a principios del siglo XVIII.

 

 

Farfolla, farfulla.

Voz onomatopéyica que imita la dificultad de algunos hablantes que balbucean y se atropellan al hablar. Por extensión, se dice de quien quiere enredar a su interlocutor, engañarlo o liarlo. Es lo mismo que farfullero. El comediógrafo riojano del siglo pasado, Bretón, utiliza así el término: "Señor, todo esto es farfulla, compendiada greguería..." Es decir: ganas de enredar y de marear la perdiz, artes éstas en las que estos pájaros son duchos.

 

 

Farfullero.

Enredador, mentiroso y trapaza. Puede derivar del portugués farfalhar = hablar neciamente. Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua, (1611) dice que "farfullar" es "...hablar muy apriesa y atropelladamente...". Tirso de Molina gustaba de emplear este calificativo en sus comedias:

 

...¿Ansí os obriga

el amor que en vos he puesto?

Pues para esta, farfullero,

que yo me sepa vengar.

 

Amén de lo expuesto en cuanto a su etimología, es término que puede incluirse entre las voces que toman su sentido en la aliteración, l...l, b...b, t...t, f...f, siendo pues palabras de creación onomatopéyica. Así, tanto el farfolla como el farfulla, son intentos de imitación de la actitud balbuciente de quien tiene dificultad real o fingida al hablar. El farfolla, farfulla o farfullero pone tanto interés en enredar que termina por enredarse él mismo.

 

 

Fargallón.

Sucio y de aspecto sumamente desaliñado y dejado; persona que se abandona. También se dice de quien hace las cosas tan atropelladamente que terminan en chapuza. Es término resultante de la alteración de "farfallón", a principios del siglo XIX. (Véase también "zarramplín).

 

 

Fariseo.

Hipócrita, falso y de mala intención. Persona que cumple con las apariencias, pero que no obra de corazón. El porqué de la equiparación con el hipócrita y falso, de este individuo histórico, perteneciente a una corriente religiosa integrista de tiempos de Jesucristo, lo explica con claridad Covarrubias, (1611) en su Tesoro de la Lengua:

 

Es nombre hebreo que quiere decir hombre dividido (...) traían cosidos en los hábitos de su religión muchas tiras de pergaminos en que estavan escritos los seiscientos y treze preceptos de la ley, y se llamavan philacteria, que quiere dezir custodia amoris, guarda de amor. Pensavan que la guarda de la ley de Dios estava en dilatar y ensanchar los pergaminos, sin cumplir por obra lo que mandava la ley. Eran hipócritas y cumplían con los ojos de los miradores.

 

 

Farol, farolero, farolazo, farolón.

Entre las acepciones recogidas por el DRAE para el término "farol", están las dos siguientes: "Hecho o dicho jactancioso que carece de fundamento"; y "...jugada o envite falso hecho para deslumbrar o desorientar", y que no está apoyado por la realidad de las cartas que se tienen en la mano. El sujeto de esta conducta es el farolero: hombre vano, ostentoso, amigo de llamar la atención sobre sí. Relumbrón, fantasma, un tanto bocazas y otro tanto fachendón. Son voces de empleo insultante relativamente reciente; mediados del siglo XIX, fecha en que los incorpora al diccionario oficial de la Real Academia.

 

 

Farotón.

Persona descarada y falta de buen juicio; sujeto desvergonzado, que carece de criterio. Era término todavía en uso, y muy popular, a mediados del siglo pasado, ya que aparece a menudo en comedias y zarzuelas. Recuerdo de tiempos de juventud, hacia los años sesenta, la siguiente escena cómico burlesca de revista musical: "...aquella es la farotona de marras; voyme huyendo de sus garras..: ", y el personaje hace mutis por el foro, aterrorizado ante el personaje que se le acercaba, mientras la gente rie porque está en el secreto.

 

 

Farsante.

Individuo que con vanas apariencias quiere pasar por lo que no es, o finge lo que no siente; sujeto simulador y mendaz, que por medio de embustes y enredos quiere salir airoso de alguna situación. Aconseja Cervantes, en el Quijote, por boca de su escudero: "Quítesele a vuesa merced eso de la imaginación, replicó Sancho, y tome mi consejo, que es que nunca se tome con farsantes, que es gente favorecida".

Es voz usada en sentido figurado, teniendo in mente la acepción principal del término farsa, representación, y de allí: farsante. En ese sentido emplea el término, mediado el siglo XIX, el comediógrafo riojano Bretón:

 

 ...no es fácil

sin imitarlos quitar

la máscara a los farsantes...

 

 

Fatuo, fato.

Necio, tonto; individuo ridículamente engreído y poseído. Estúpido que tiene de sí mismo una idea exagerada, y pasa la vida mirándose el ombligo. Sujeto vacío y vano, que presume y hace gala de conocimientos, virtudes o riquezas sin que para ello haya fundamento alguno. Entre las definiciones ingeniosas que hemos podido escuchar, al respecto de estos insensatos, está la siguiente: "Es fatuo aquel a quien los necios suponen un hombre de talento". En cuanto a su etimología, es voz latina, de fatuus = falto de entendimiento o razón, soso o insípido, extravagante e insensato. En el siglo XVI se aseguraba que la mayoría de los fatuos son ridículos, pero que existía una pequeña cantidad de ellos que era sumamente peligrosa. El fraile madrileño Hortensio Paravicino, predicador de Felipe III y Felipe IV, escribe hacia 1630, siendo ésta la primera documentación escrita del término: "Las cinco eran locas, las cinco, y aún más suena la voz fatuas, más dice aún que necias, mentecatas que acá llamamos".

Y en el siglo XIX, Bretón de los Herreros, con la gracia y soltura que caracteriza a este dramaturgo riojano, hace el siguiente uso del término:

 

Y esa prima del demonio,

esa fatua presumida...,

¡qué ufana está, qué engreída

con su feliz matrimonio...!

 

La forma "fato" es la corriente en Asturias, Aragón y Logroño.

 

 

Felón.

Traidor alevoso, pérfido y desleal; antiguamente: follón, cobarde y vil. Uno de los improperios más graves a lo largo de la Edad Media y Renacimiento; en el siglo XVII ya sonaba anticuado, por ser voz muy antigua en castellano. El autor del Libro de Alexandre, supuestamente Juan L. Segura de Astorga, (mediados siglo XIII) la emplea en la relación que dice haber existido en el sepulcro de Darío el Persa, alusiva al carácter, condición y valía de distintos pueblos del mundo:

 

Los pueblos de Espanna mucho son ligeros,

pareçen los françeses, valientes cavalleros (...)

engleses son fremosos, de falsos coraçones,

lombardos cobdiçiosos, alemanes fellones.

 

Bajo el término "follón" (véase follón, follonero) utilizan este grave insulto e injuria los autores de los libros de caballerías; Cervantes hace el siguiente uso en su inmortal novela: "Te juro...que si pudiera subir o apearme, que yo te hiciera vengado de manera que aquellos follones y malandrines se acordaran de la burla para siempre".

 

 

Fementido.

Falso y traidor, cuya palabra y testimonio carecen de valor a la hora de dar fé de algo, jurar o prometer, ya que acostumbra a incumplirla. El dramaturgo mejicano del siglo XVII, Juan Ruiz de Alarcón da justo uso al término:

 

De no verla más os doy

palabra como quien soy,

o quedar por fementido.

 

Antaño fue insulto y ofensa grave; hoy está en desuso, aunque me dicen Que tiene cierto vigor en la América de habla hispana.

 

 

Feto.

En sentido figurado, persona muy fea y malformada; aborto. Es insulto de uso moderno, fuerte y grosero, sobre todo dirigido a una mujer. (Véase también "aborto").

 

 

Figurón.

Persona presuntuosa y vana que presume de noble, rico o influyente, no siéndolo tanto; sujeto que pretende hacerse pasar por alguien mejor de lo que es; fantasmón; hombre fantástico y fantasioso que aparenta más de lo que es. Es término de uso corriente en el siglo XVII; Quevedo lo utiliza a menudo. En el XIX, Bretón de los Herreros sitúa al personaje en su perspectiva actual correcta:

 

-El galán

no era un elegante joven

como yo me figuraba,

sino un figurón disforme...

 

 

Filibustero.

En sentido figurado, enredador, embrollón, zaragutero; persona que hace las cosas torpemente; chapucero. Nombre de ciertos piratas, generalmente ingleses y holandeses, que en el siglo XVII infestaron el Mar de las Antillas; aventureros apátridas que sin patente, razón ni derecho alguno se meten en los bienes de otro para apropiárselos. Es de etimología complicada, del inglés antiguo filibutor = filibuster, lengua a la que llegó procedente del término neerlandés vrijbuiter = corsario, palabra a su vez compuesta de vrij = libre, y buiten = saquear. El término hizo fortuna en castellano porque se confundió con el preexistente de "farabustear", voz castellana que equivalía a "robar con maña". Sin embargo, es término de muy tardío uso en nuestra lengua, ya que al parecer no aparece antes del siglo XIX, en que lo cita Esteban Pichardo en su Diccionario de voces y frases cubanas (1836).

Independientemente de lo expuesto, sorprende que nadie haya intentado vincular el término al vocablo "filibote": embarcación pequeña parecida a la urca, que se empleaba en castellano a finales del siglo XVII.

 

 

Fino.

Astuto, sagaz, que espera la mejor ocasión para cometer alguna trastada. Se dice en sentido antifrástico, es decir, con retintín. Unido a otros calificativos insultantes cobra valor reduplicativo, aumentando la capacidad significativa del término al que se antepone o pospone: "Es, como maricón, maricón fino, muy redomado también ejerciendo de fino ladrón", escribe a mediados del XIX Adelardo López de Ayala.

 

 

Finolis.

En lenguaje familiar y de la calle, llamamos así a quien se pasa de fino. Por lo general se dice de la persona que procede con afectación en el trato, y cuyos ademanes son exageradamente corteses, civilizados y refinados. Procede de jergas de rufianes, hablas suburbiales y lenguas de germanía, de donde a través de voces del caló, como fingulé o cagarrope, se predica de quienes se comportan y conducen como los payos.

 

 

Foca.

En sentido figurado, persona un tanto retaca -generalmente una mujer-, de extremidades cortas, caderas abultadas, carente de cintura y aspecto sólido y macizo. Es voz muy ofensiva dirigida a mujer joven, sobre todo si ésta reúne las condiciones para merecer el calificativo. Como insulto, es de uso reciente, y carece de antecedentes literarios dignos de mención, aunque en la Andalucía de finales del siglo pasado se utilizaba la voz "nutria": "mujer muy obesa y torpe", en los mismos contextos en los que hoy usamos la voz "foca". También se utiliza el sinónimo de buey marino, más descriptivo, pero menos impactante y sonoro. Recuerde el lector que el insulto, si breve, dos veces insulto.

 

 

Fodidencul.

Porculizado, sodomizado. Se dice de quien ha sido penetrado analmente con consentimiento propio, o sin él. Es voz latina, procedente del sintagma fututus in culum: sodomita paciente, literalmente "jodido en el culo". En corto, se trata del "jodido", que es en definitiva el significado último de esta palabra altamente insultante, hoy en desuso. En ese sentido emplea el término el Fuero de Madrid, del año 1202, donde se lee, a modo de prohibición:

 

Toto homine qui a uezino uel a filio de uezino dixierit alguno de (los) nomines uedados (como) fudid in culo, aut filio de fudid in culo (...) pectet (peche o pague de multa) medio morabetino.

 

En las Coplas del Conde de Paredes a Juan Poeta cuando le cautivaron moros de Fez, en el Cancionero de obras de burlas, se encuentra la palabra en cuestión, por otra parte ampliamente documentada como insulto a lo largo de la Edad Media:

 

¡Ved en qué paro ell" ardid,

fidencul y qué escudero! E

ntrastes por adalid

sallistes por çapatero.

 

 

Fodolí.

Entremetido y hablador, que se mete donde nadie lo llama, y da consejos sin que se los pidan, tratando de influir en los demás, interviniendo en sus asuntos y metiéndose en sus vidas. Es término procedente de la voz árabe fudul: chismorreo. Se emplea desde mediados del siglo XVI, documentándose en obras del intérprete de Felipe II, Alonso del Castillo. Pudo haberse utilizado antes que en la lengua castellana, en la valenciana: fodeli, individuo meticón, que se mete en camisas de once varas. Véase el Breve Diccionario valenciano Castellano, de Carlos Ros, (primer tercio siglo XVIII), o el del archivero de la ciudad de Valencia, del siglo XVII, M.J. Sanelo que entre las voces que recoge, muchas eran ya muy anticuadas o en desuso en su tiempo.

 

 

Follón.

Sujeto vil y traicionero (véase "felón"). También, hombre vano arrogante, indolente, cobarde y de ruín proceder; alborotador y amigo de altercados y broncas. Don Quijote tacha de tal al posadero, que él toma por alcaide del castillo, porque no le dio buen trato: "...era un follón y mal nacido caballero, pues de tal manera consentía que se tratasen (a) los andantes caballeros".


Дата добавления: 2019-02-12; просмотров: 202; Мы поможем в написании вашей работы!

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